domingo, 11 de marzo de 2012

Otra vez sola

No pude aguantar más. El es la persona más noble que conozco, de hecho es el niño más noble que conozco, pero con mi infinita amargura no puedo estar cerca de un niño. Ahora lloro, me arrepiento y a la vez pienso que fue lo mejor. Lo mejor para él, para que sea feliz. Yo seguiré igual, amarga, pero sin la carga de arruinarle la vida.

Él va a poder estar con alguien más. Alguien que valore su inocencia y su nobleza. Alguien a quien no le importen las nimiedades que me importan a mi. Él va a ser feliz: Dios te lo pido, las lágrimas de hoy, las suyas y las mías, habrán valido la pena si él llega a ser feliz. Dale una vida feliz, una mujer hermosa, paciente, amorosa y alegre... tan alegre y tan inocente como su propio corazón. Dale tranquilidad y crecimiento. Dale sabiduría y conocimiento. Dale la certeza de mi amor y de lo importante que es para mi. Siempre será el mejor recuerdo.

sábado, 10 de marzo de 2012

La perfecta definición de ansiedad

Esta semana no ha sido fácil. En mi casa no hacemos más que extrañar a perrito y pretender que todo está bien; a veces tengo sueños tontos y espero que ladre cuando abro la puerta. Pero el ya no va a volver a ladrar.

Por otro lado, las cosas con Javier están bien. Se mantienen a flote en un precario equilibrio, pero no avanzan, no mejoran. No se si decirle que lo que hace no es suficiente, ¿para qué pedirle más si en algún momento todo va a colapsar? ¿de qué sirve que él busque ser mejor si yo sigo sumida en la mediocridad?

Estoy cansada, triste, aburrida... aburrida de seguir siendo yo, gorda, sarcástica y fea. Sigo imaginando y soñando, pero ninguno de mis sueños se hace realidad. Y mis realidades cada vez me gustan menos.

El peso... el peso no cambia. Se redistribuye de la peor forma a lo ancho de mi cuerpo, pero no he podido hacer que desaparezca. Y mientras el peso no se vaya, no se irá la tristeza, y después quedarán otras cargas... y yo seguiré estando triste.

domingo, 4 de marzo de 2012

Asesinos de mascotas

Un carro atropelló a mi perro anoche, matándolo instantáneamente. No me pude despedir, no lo pude ver como dormido y al imbécil que lo mató, ni le importó dejar desoladas a seis personas. 

 Dicen que no hay que desearle mal a nadie, pero ¿qué más se puede sentir por alguien que asesinó a alguien de tu familia si no es odio?

Mi perrito iba a cumplir trece años este miércoles. Era blanco y tan temperamental como todos los de esta casa.