domingo, 23 de agosto de 2015

Excusas excusas excusas



Cuando cambié de ciudad, creí que todo iba a cambiar. Que lejos de mi familia se acabarían las presiones, la comida abundante, mi aburrimiento.

Pero no, porque hay algo que estaba allá y que ahora está acá: yo. El problema soy yo. La causa y la consecuencia: solo yo. A pesar de estar en el exilio, mis errores me persiguen. No solo los pasados, sino los que repito una y otra vez.

¿Qué puedo decir? Lo de siempre, sigo estando sola y sigo siendo gorda. El nuevo trabajo, que ya no se siente tan nuevo, es un reto gigante cada día y pone a prueba mi poca disciplina. Mi familia, sigue siendo la de siempre, pero ahora los extraño porque son los que realmente me quieren; con o sin interés, pero me quieren.

Ahora busco un pequeño oasis. Alguien con quien hablar indefinidamente. Alguien que quiera ser escuchado, no visto. He vuelto a leer con nostalgia las novelas románticas que tanto daño le hacen a la literatura real, pero que al menos me hacen distraerme un poco. Y vuelvo a caer en cuenta que no soy protagonista de un cuento ni de una maravillosa historia. Soy un personaje de esos secundarios, de esos que podría interpretar cualquiera que no tenga un rol más importante que cumplir.

Hace meses no escribía, y tal vez me hacía falta. Me ayuda a reconocer que estoy sola, a la vez que me permite desahogarme, como hablando al vacío, pero al fin y al cabo hablando: "Hola Vacío, a ti te puedo contar todo porque eres el único que está a mi lado".