lunes, 13 de octubre de 2014

Entrada para mí

Hoy voy a escribir sobre lo que me pasó ayer. No es una anécdota que valga la pena ser contada, no es para reír ni para llorar. Es para recordarme que puedo sentir, que YO puedo reír sin razón aparente y que TODO PASA.

En estos dos meses de desempleo he conocido a varias personas, entre ellas dos hombres que... digamos que me han llamado la atención. Al primero lo llamaremos Juan Pablo, que es un nombre común. Lo conocí en una fiesta. La interacción entre los dos fue más que limitada y en todo momento compartida, no privada. Juan es un hombre interesante, buen conversador y con la mirada profunda. Las dos primeras semanas después de conocerlo, no hacía más que buscarlo en Facebook para verlo en las dos únicas fotos públicas de su perfil. Ya han pasado casi dos meses y ya lo superé. No digo que si lo vuelvo a ver, me vaya a ser indiferente, pero llevo más de una semana sin estar imaginando diferentes escenarios en los que nos podríamos encontrar (ah, y también sin buscarlo en Facebook).

El segundo caso es Jose. El amigo de un amigo. Hemos salido un par de veces, siempre en grupo. No es la persona en la que me fijaría a primera vista, pero es inteligente y divertido. No se porqué a mi se me metió en la cabeza que le gusto... honestamente no se porqué, todo lo veo en unas vagas señales auto-inventadas que cualquier persona sensata identificaría como meras casualidades. De hecho, ni el teléfono me ha pedido... pero ya se sabe lo que puede hacer una mente ociosa. Ayer, el amigo que tenemos en común me llamó para que saliéramos por la tarde y me dijo que Jose iba a ir. Pues ¿quien dijo miedo?. De forma casi que automática se me dibujo una sonrisa en el rostro y estuve toda la tarde sintiendo mariposas en el estómago y pensando que ropa me iba a poner y como me iba a peinar. Al final, el atuendo fue apropiado para el plan relajado de salir a comer con amigos y mi pelo decidió colaborar, así que no parecía ni el Rey León ni la niña de El Aro. Llegué cortésmente temprano, pedí un café y hablé naturalmente con los amigos que iban llegando. ¿Y qué pasó con Jose?. Pues que nunca llegó. Al rato llegó mi amigo contando tranquilamente que el otro no había podido ir. Jejejeje. Si, si es chistoso. ¿Tanto estrés y tanta arregladera para un plan de domingo por la tarde para que el tipo ni se apareciera?. Eso me pasa a mí, al Chavo y a las malas de las películas... de verdad. En todo caso, me divertí, la pasé bien y conocí personas interesantes. Más interesantes que Jose porque tuvieron el valor agregado de estar ahí. Debo decir, no con poca satisfacción, que esta mañana pude recordar la situación con una sonrisa y no con la frustración que me caracteriza. O ya maduré o ya me acostumbré, pero ya no me echo a la pena por cosas tan intrascendentes como que me dejen casi-plantada en una cita inexistente.

En otros temas, y solo para recordarme de lo que soy capaz, llevo dos semanas a dieta. Una dieta estricta que limita totalmente los carbohidratos, pero lo he hecho bien. Hasta ahora he perdido dos kilos, que no son un montón, pero son mi logro. Espero ir aumentando el ritmo de pérdida, de tal forma que cuando encuentre un trabajo pueda repetir esa hermosa etapa de comprar ropa nueva con mi primer sueldo... Si no lo hicieron con su primer trabajo, no saben de lo que se perdieron.