jueves, 24 de septiembre de 2015

Si me hubieras encontrado

Nunca te busqué, aunque en secreto siempre esperé que aparecieras. Debías llegar en una tarde fría, mientras leía un libro en un café solitario de la ciudad. Al principio no ibas a ser amable, de hecho ibas a mirarme de reojo, como una intrusa en tu espacio favorito, mientras yo pensaba exactamente lo mismo de ti. Sin embargo, tenías que tomar la iniciativa. Sabías que yo no lo iba a hacer, aunque en el fondo estuviera ideando mil y un comentarios sobre como la ciudad tiene cinco climas diferentes en un mismo día o algún plan para que mi esfero rodara accidentalmente hasta tus pies. Después de la primera cita todo iba a ser más fácil: Tu te enamorabas de mi sarcasmo y yo me dejaba conquistar por tu fingida seguridad.

 Hoy estaría contando los días para verte ... una semana exactamente. El sábado, después de almorzar con mi familia, iríamos a ver una película. En la noche, mientras tomamos vino sentados en la alfombra de tu sala, confesarías que ya no quieres más distancias, que la decisión está tomada y que nuestro nuevo hogar ya tendría un punto en el mapa de una aplicación en tu celular.

Ahora estaríamos hablando por teléfono. Casi dormida te diría que yo también te quiero y te mandaría un beso. Estaría soñando con estar a tu lado mientras me abrazas y pasas los dedos por mi pelo ya demasiado largo. Estaría pensando que te voy a llevar y si será buena idea llegar de sorpresa. Estaría esperando que pasara una semana para volver a sentir tus besos, para ver tu sonrisa y para acompañarte a comprar una camisa.

¿Por qué no llegaste?. Si no te has dado cuenta, cambiaste todos los planes y ahora no tengo mayor cosa que hacer esta semana. Tampoco tengo que hacer el sábado después del almuerzo con mi familia y voy a terminar viendo la película yo sola, en mi sala mientras me tomo una cerveza. Y tu, vas a terminar sin comprar nada porque detestas los centros comerciales y ella no entiende que uno si puede necesitar diez camisas blancas.