sábado, 10 de marzo de 2012

La perfecta definición de ansiedad

Esta semana no ha sido fácil. En mi casa no hacemos más que extrañar a perrito y pretender que todo está bien; a veces tengo sueños tontos y espero que ladre cuando abro la puerta. Pero el ya no va a volver a ladrar.

Por otro lado, las cosas con Javier están bien. Se mantienen a flote en un precario equilibrio, pero no avanzan, no mejoran. No se si decirle que lo que hace no es suficiente, ¿para qué pedirle más si en algún momento todo va a colapsar? ¿de qué sirve que él busque ser mejor si yo sigo sumida en la mediocridad?

Estoy cansada, triste, aburrida... aburrida de seguir siendo yo, gorda, sarcástica y fea. Sigo imaginando y soñando, pero ninguno de mis sueños se hace realidad. Y mis realidades cada vez me gustan menos.

El peso... el peso no cambia. Se redistribuye de la peor forma a lo ancho de mi cuerpo, pero no he podido hacer que desaparezca. Y mientras el peso no se vaya, no se irá la tristeza, y después quedarán otras cargas... y yo seguiré estando triste.

No hay comentarios:

Publicar un comentario