Alguna vez la que era la novia de un amigo entró a trabajar
en la misma empresa en la que trabajo yo. Para efectos de este texto, la
llamaremos Carolina. Como creyente entre la amistad auténtica entre hombres y
mujeres, siempre he tratado de llevarme bien con las novias de mis amigos; eso
sí, evitando los extremos para no caer en i) mil conflictos de interés cuando
alguno de los dos me cuenta algo que yo sé que el otro no sabe… pero que
debería saber (como en la política, es mucho más fácil defender un solo bando
en vez de buscar equilibrios imposibles) o ii) hacer parte de la dolorosa
separación de bienes y responsabilidades llegado el momento de la ruptura. Todo
esto para decir, que trataba de llevarme bien con Carolina, sin caer en el
extremo de ser su nueva mejor amiga.
No tuve la fortuna de asistir a la mencionada reunión, pero
después en algún encuentro de mi grupo de amigos, Carolina comentó que le había
ido como mal… “Esa vieja es un limón” me dijo… Ante tal descripción, no quise
que entrara en detalles.
Esa noche, en la soledad de mi habitación (porque a menos
que estén mis sobrinos de visita, siempre estoy sola…) me quedé pensando en esa
afirmación. Primero pensé en La Bruja (ahora calificada como fruto ácido) … es una persona a la que admiro bastante,
muchos le tienen miedo, pero también debo reconocer que muchos se quieren
acostar con ella… No es especialmente divina… es más una mujer de esas tan
seguras que tienen su encanto precisamente en la forma de tratarlos, burlarse
de ellos (a veces sin que se den cuenta) y/o demostrarles lo equivocados que
están (porque cuando dije que era inteligente, es porque es MUY inteligente,
brillante de hecho). Después me quede pensando en el Limón… uno de mis sabores
favoritos, porque es fuerte, porque es ácido, porque es un sabor que SIEMPRE,
SIEMPRE se recuerda, pero cada vez que uno lo prueba lo vuelve a coger fuera de
base y le hace cerrar los ojos y hacer mil muecas… incluso a mi me reconforta y
me quita la gripa.
Entonces me di cuenta:
¡Yo quiero ser como ella! !Yo quiero ser un limón! Y no porque quiera acostarme con alguien… de
hecho, me consta que de toda su fanaticada laboral, ninguno ha tenido suerte… y
me consta, porque la Bruja es una de mis mejores amigas… Pero también me consta
que es una persona que lidera su propia vida, que tiene claros sus posibilidades
y sus límites, que es auténtica y que nunca pasa inadvertida.
Carolina claramente no sabía semejante (aunque mínimo)
detalle y por eso se aventuró a contarme su impase… Volviendo al principio para
llevarme bien con las novias de mis amigos, nunca le comenté a La Bruja sobre
aquella “opinión”, pero debo confesar que si me entró un fresco cuando mi amigo
terminó con Carolina… Claro que también sentí un fresco cuando La Bruja obtuvo
un nuevo (y mejor) trabajo en otra empresa, porque de no haber sido así, en
este momento sería mi jefe … las vueltas que da la vida… Y hablando de jefes, ¿no
he mencionado que me encanta mi nuevo jefe? ... Al fin tengo un incentivo real para llegar temprano a la oficina...
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