Además de las ilusiones recurrentes antes de dormir o cuando no quiero trabajar, me persiguen los señuelos, las falsas pistas de que algo bueno va a pasar. Esta vez fue con el músico. La historia igual a la de la vez pasada: mi amigo me llama, "adivine quien le mandó saludos", mi corazón late más fuerte, me pongo roja, y con alguna frase tonta llegamos al músico... que supuestamente nos va a invitar a un concierto/evento o lo que sea este sábado (léase hoy, el día que escribo la entrada). Como dignidad me queda poca, obviamente dije que si, que en donde y a qué hora... Hasta las 7pm tenía la mínima ilusión de que mi amigo me llamara para ir al supuesto concierto...
Si yo trato de no ilusionarme solita, ¿por qué el desocupado destino me hace estas bromas?. A mi favor debo decir que no me entusiasmé tanto como la vez pasada... ni siquiera pensé que me iba a poner, porque en el fondo, mi parte racional sabía que no me iban a llamar. Pero tenía una esperanza, pequeña si, pero esperanza, y ahora tengo tristeza, no tan pequeña.